Se conoce como música electrónica a aquella que se genera a través de determinados aparatos electrónicos como el sintetizador o el sampler y que puede ser concebida en su totalidad a partir de los sonidos y melodías que producen estas máquinas... o bien a una canción ya creada y terminada por un artista, a la cual se la modifica a través y gracias a la aplicación de esta tecnología, dando lugar a una nueva creación artística que conservará en su base el sonido y la letra de la original.
Gobble Gobble nos llegan desde San Francisco, aunque ellos son canadienses. ‘Neon Graveyard’ es su álbum de estreno, un disco insanamente loco y sumamente agradable y visceral. Himnos efervescentes y prominentes con algunos tramos más pensativos donde el sonido amenaza por momentos con desbordarse en shoegazing gracias al respiro de algún solo de piano meláncolico envuelto en una nube digital.
El proyecto de Cecil Frena, que ya había estado durante años en algún grupo como Push Pins en Alberta, Canadá hasta que decidió hacer el viaje profético en el cual apagó su garganta haciéndose una proposición más atractiva. Los resultados con su nuevo trabajo son poco ortodoxos; repiques de guitarra apagados y cortados, erráticos, syntes que burbujean arpegios, y un sonido explosivo meticulosamente procesado digitalmente, todos estos añicos bulliciosos sostenidos en el lugar adecuado convierten su sonido en algo bizarro. Frena ha montado un equipo con el cual ahora se divierte golpeando baterías de cocina, palas de playa, percusiones sobre cascos de hockey y todo lo que se le ocurra para hacer de su directo un evento arrollador y festivo. Han estado seis meses preparando el disco presentándolo por Norteamérica en lugares poco convencionales.
